
Justicia por su propia mano
POR ERICK CORTÉS
Recientemente, las redes sociales han hecho viral un video sensible e impactante, que muestra a un grupo de personas golpear, sin piedad, a un delincuente que minutos antes los asaltó.
Mucho antes de que yo sufriera mi primer asalto en un transporte público del Estado de México, abordé una combi en el tramo México-Texcoco. Iba de traje, corbata y portafolios, ya que acababa de visitar Betel (las oficinas centrales de los Testigos de Jehová en Centroamérica), y tenía que llegar a la Ciudad de México para seguir mi viaje hacia Aguascalientes. La única manera de hacerlo, era en combi.
Nadie me vio extraño, porque es común ver a personas con vestimenta ejecutiva en esa zona, y los pobladores los identifican como testigos.
Abordo de la combi iba una madre religiosa católica, y poco después de que yo subí, comenzó a rezar y a incitar a los demás pasajeros a seguir su plegaria. Todos lo hicieron sin dudar y en voz alta. Yo no me sabía el rezo, pero escuché con respeto, mientras intentaba entender si aquello era porque a la madre le había molestado mi presencia.
La verdadera razón era obvia, pero hasta hoy, años después, me doy cuenta desde cuándo los mexiquenses viven con miedo. Ellos conocen las zonas peligrosas y aún así las atraviesan todos los días, porque no les queda de otra, mas que rezar porque hoy no sea el día que les quiten sus pertenencias o la vida.
Veo las imágenes que se han popularizado y, sin emitir juicio alguno, me resulta comprensible. Muestran a qué grado de hartazgo ha llegado una población cansada de vivir sometida al miedo, y que ha optado por dar la espalda a la ley que prohíbe hacer justicia por su propia mano, porque la delincuencia ha sobrepasado el límite de su paciencia, y poco a poco dejan de esperar que algún día la autoridad los proteja.
Si ese día nos hubiesen asaltado, sólo habrían logrado quitarme una Biblia y un libro de cantos en inglés qué había sacado de Betel esa mañana. Pero era temprano, y era un primero de enero. Tal vez eso nos salvó.
Publicar un comentario