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Cabo Pulmo sigue bajo amenaza pese a promesa de Semarnat

POR ERICK CORTÉS

27 kilómetros cuadrados pueden parecer un área muy pequeña si se comparan con los 2,300 kilómetros por los que se extiende la Gran Barrera de Coral australiana. Pero a pesar de su tamaño, el Arrecife de Cabo Pulmo es extremadamente rico en vida marina y un gran refugio para numerosas especies migratorias que, al igual que unas 40 mil personas, llegan cada año atraídas por su inigualable belleza y la gran abundancia de recursos.

Pero a diferencia de otros destinos sudcalifornianos, Cabo Pulmo ha elegido evitar el turismo masivo para preservar su riqueza ambiental. Esta región, aún desconocida para muchos, es el hogar de unas 6,000 especies marinas, incluyendo mantarrayas, tiburones ballena, tortugas y ballenas jorobadas. Su ecosistema terrestre no es menos impresionante: según la Nueva Generación de Investigadores del Desierto Sonorense, aquí habitan unas 392 especies de plantas, 34 de mamíferos, 29 de reptiles y 95 tipos de aves, 42 de las cuales están bajo alguna categoría de riesgo.

Lejos de conformarse, los residentes también han transformado su estilo de vida y su economía (antes dependiente de la pesca), para ofrecer actividades ecoturísticas, como el buceo y el avistamiento de especies, siempre bajo estricta regulación. Marie, quien hizo una certificación en buceo aquí, cuenta cómo los visitantes deben adaptarse al estilo de vida local: “El cuidado de la naturaleza, y sobre todo del mar, es el principal objetivo de este pueblo. La gente es muy amable, es tan pequeño que pareciera que son una familia todos. A mí me tocó convivir de cerca con animales marinos, incluso con tiburones. Los instructores no les temen, pero los respetan, les dan su espacio, procuran no invadirlos y observarlos a una distancia donde no se sientan amenazados. Quien visita Cabo Pulmo se contagia del espíritu de cuidado por la naturaleza que tienen aquí”.

Este santuario sobrevive gracias a los esfuerzos de conservación de las comunidades locales, quienes han librado una larga batalla contra el turismo depredador y la sobrepesca. Tras ser reconocida como un Área Natural Protegida en 1995, Cabo Pulmo registró una recuperación del 400% en la población de varias especies marinas amenazadas, convirtiéndolo en uno de los casos más exitosos de restauración oceánica en el mundo.

Lejos de conformarse, los residentes también han transformado su estilo de vida y su economía (antes dependiente de la pesca), para ofrecer actividades ecoturísticas, como el buceo y el avistamiento de especies, siempre bajo estricta regulación. Marie, quien hizo una certificación en buceo aquí, cuenta cómo los visitantes deben adaptarse al estilo de vida local: “El cuidado de la naturaleza, y sobre todo del mar, es el principal objetivo de este pueblo. La gente es muy amable, es tan pequeño que pareciera que son una familia todos. A mí me tocó convivir de cerca con animales marinos, incluso con tiburones. Los instructores no les temen, pero los respetan, les dan su espacio, procuran no invadirlos y observarlos a una distancia donde no se sientan amenazados. Quien visita Cabo Pulmo se contagia del espíritu de cuidado por la naturaleza que tienen aquí”.

Riqueza natural amenazada

Por su belleza natural, Cabo Pulmo no sólo ha llamado la atención de los turistas que han descubierto este paraíso escondido a tan sólo una hora y media de las principales playas de Los Cabos, sino que también es una zona altamente codiciada por inversionistas y constructores.

Recientemente, en los últimos meses del gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) aprobó la construcción de dos megadesarrollos llamados: “La Abundancia”, de la inmobiliaria Gre El Rincón S de RL de CV, y “Baja Bay Club”, respaldado por empresas como Grupo Desarrolla y DMB Development. Estos proyectos planean la construcción de centros comerciales, hoteles, áreas habitacionales, campos de golf y clubes de playa en un complejo de más de 600 hectáreas en el área del Parque Nacional.

Las protestas de los residentes llegaron a los oídos de la nueva titular de SEMARNAT, Alicia Bárcena, pocos días después del inicio del mandato de la presidenta Claudia Sheinbaum. Bárcena, anunció la cancelación de los permisos de construcción y la renuncia del encargado de la representación de la dependencia en Baja California Sur, Raúl Rodríguez Quintana, señalado como el responsable de avalar la autorización de los proyectos en una clara violación a la Ley General del Equilibrio Ecolócioco y la Protección al Ambiente, que prohíbe la construcción y la sobreexplotación de las Áreas Naturales Protegidas. Sin embargo, activistas y organizaciones como Greenpeace México y la Coalición Cabo Pulmo Vivo, señalan que, aunque Bárcena anunció la cancelación, todavía no se ha oficializado la revocación de los permisos.

La dependencia ha declarado que ambas autorizaciones están en revisión, pero la falta de un titular encargado de la Oficina de Representación estatal y el aparente abandono de los medios de atención ciudadana opacan el proceso. “Son muy lentos los trámites y la atención. No vale la pena llamar, no contestan nunca”, son algunas de las quejas de los usuarios que intentan acudir o comunicarse con la oficina de SEMARNAT en el estado.

Mientras tanto, el sitio oficial de “Baja Bay Club” continúa ofreciendo propiedades en preventa bajo un exclusivo programa llamado “Founders Program”, que anuncia 38 lotes residenciales en primera y segunda fila frente al mar, con precios que van desde los tres millones de dólares. “El proyecto tendrá menos de 500 casas y lotes frente a la playa y con vista al mar, ubicados en un área de 3.2 millas (5.15 kilómetros) de largo, con aguas tranquilas y aptas para nadar”, dice el muy convincente mensaje de un ejecutivo de ventas, quien detalla que las residencias contarán con acceso a un club deportivo “con canchas de pickleball, tenis y baloncesto, campos de fútbol, ​​lacrosse y béisbol”, y a una flota de embarcaciones para la realización de actividades oceánicas “que incluyen pesca, buceo/snorkel, exploración” y demás deportes acuáticos en el Mar de Cortés.

Una lucha que persiste

Esta no es la primera vez que Cabo Pulmo enfrenta una amenaza similar. En 2008, el proyecto “Cabo Cortés”, promovido por la empresa Hansa Urbana, planeaba construir un complejo turístico de gran escala que habría vertido una gran cantidad de aguas residuales y sobreexplotado los limitados recursos hídricos de la zona. Este proyecto incluía la construcción de 30,000 habitaciones de hotel y varios campos de golf, pero fue cancelado gracias a la movilización de más de 220,000 ciudadanos.

Después, en el 2014, un grupo de inversionistas chinos se acercaron al expresidente Enrique Peña Nieto, buscando obtener su respaldo para la construcción del proyecto “Cabo Dorado”, que planeaba edificar un complejo hotelero de más de 22 mil habitaciones en tierras colindantes con el Parque Nacional. A través de una carta que fue entregada al exmandatario y a seis secretarios de estado, los representantes de las empresas Beijing Sansong y Glorious Earth Group intentaron persuadir al gobierno mexicano, recalcando que la aprobación del proyecto era de gran importancia para la relación bilateral entre China y México, y prometiendo una inversión de 3,600 millones de dólares y la creación de 18 mil empleos. Con todo esto, el plan no prosperó por la resistencia que generó su cercanía con el arrecife.

Ante la amenaza actual, pobladores y defensores del medio ambiente se han vuelto a movilizar y han lanzado una petición para exigir la cancelación definitiva de los proyectos, pero la promesa de Bárcena ha retirado la atención del caso, dejando a la iniciativa con apenas 5,000 firmas en el sitio Change.org, y una gran preocupación entre los habitantes de Cabo Pulmo. “Esto afectará tanto a los ecosistemas como a las comunidades locales, que ya sufren escasez de agua; generará contaminación del suelo y pondrá en riesgo la salud del arrecife. Contribuirá a la destrucción del hábitat de las especies, al aumento de la huella de carbono y a la pérdida de biodiversidad, tanto de flora como de fauna costera y acuática”, señala Ornelia Garelli, activista de Greenpeace México.

La defensa de Cabo Pulmo también cuenta con el respaldo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), organización que ha emprendido acciones legales para exigir a SEMARNAT que cumpla lo prometido. “Se presentó un recurso de revisión para solicitar la anulación de las autorizaciones ambientales emitidas a los proyectos, y estamos en espera de su admisión. Esperamos tenerla regresando de vacaciones”, comenta Jazmín Samaniego, coordinadora de Campañas del CEMDA.

Más que una playa, Cabo Pulmo es un ejemplo de resiliencia y una prueba de que la conservación es posible cuando la comunidad trabaja en armonía con la naturaleza. Por ahora, el destino del arrecife, de miles de especies y de sus habitantes permanece en vilo mientras esperan la respuesta de la autoridad. Si la batalla se pierde, no sólo significaría la destrucción de uno de los ecosistemas más valiosos de México, sino que evidenciaría el terrible fallo que siguen teniendo las políticas públicas que protegen a las áreas naturales de los intereses económicos. Por otro lado, si la batalla vuelve a ganarse, la pregunta sería: ¿hasta cuándo?